miércoles, 2 de mayo de 2012

¿EL OBSTÁCULO DE UNA VENTAJA?

Oscar Pistorius es un atleta sudafricano de 25 años. Es conocido por la importancia que se ha dado a la peculiaridad que protagoniza al necesitar prótesis de carbono para competir, sustituyendo el vacío que dejó una enfermedad congénita degenerativa cuando tan sólo tenía 13 meses. Dicha enfermedad provocó  la amputación de sus piernas cuando no había comenzado a caminar. Nunca caminó con piernas de carne y hueso, siempre utilizó las prótesis.
                                 

Actualmente Pistorius es el corredor paralímpico más rápido del mundo, corre con unas prótesis llamadas Cheetahs, las cuales son muy utilizadas entre los velocistas paralímpicos, pero cabe destacar que ninguno de ellos se acerca a la marca de Pistorius. A día de hoy, tiene marcas que le ponen al mismo nivel que corredores olímpicos sin discapacidad. Por ello, el velocista ha insistido durante los últimos años en que le permitan competir en las competiciones de corredores sin discapacidad.

Hasta aquí es una historia llena de esfuerzo y sacrificio y despierta una gran admiración. Sin embargo, muchas opiniones tanto dentro como fuera del mundo del atletismo, se han centrado en destacar la supuesta superioridad de la que goza Pistorius con sus prótesis.

Resulta curioso ver como algo que en el S.XIX ya consiguieron algunos deportistas, hoy se le niega a otros: En los Juegos Olímpicos de San Luis 1904, George Eyser compitió en la prueba de gimnasia deportiva y consiguió ganar seis medallas, lo hizo con su pierna izquierda de madera. Mucho más tarde, en 2008 la sudafricana Natalie du Toit se clasificó para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Pekín, la nadadora perdió su pierna izquierda en un accidente de tráfico a los 14 años.

Después de los estudios realizados, que finalmente le permitieron competir en las competiciones oficiales, se sigue recurriendo a la supuesta superioridad que las prótesis le ofrecen. Lo preocupante es la obsesión por mantener los patrones de lo que consideramos “normal”, el miedo a una nueva diferencia que pueda resultar igual o mejor a las que estamos acostumbrados (ser más alto, más bajo, más delgado…), y las dudas sobre la legalidad de dichas prótesis que surgen curiosamente cuando se consiguen marcas increíbles.
¿DÓNDE TERMINA EL ESFUERZO HUMANO Y DÓNDE EMPIEZA LA TECNOLOGÍA?


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