Las mujeres con discapacidad intelectual tienen
más dificultades para conseguir trabajo que el resto de
personas.
Las mujeres con discapacidad tienen derecho a ganarse
la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un
entorno laboral que sean abiertos, inclusivos y accesibles, como reconoce la
Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) en su
artículo 27.
Este grupo de personas es
especialmente frágil en el entorno laboral, tal y como revelan los datos
recogidos, en 2010, por el informe del INE:
- La tasa de inactividad laboral de las mujeres alcanza un 32%. En el caso de las mujeres con discapacidad esta tasa se dispara hasta alcanzar niveles próximos al 70%. Estas tasas son superiores a las de los hombres con o sin discapacidad.
- La tasa de inactividad laboral de las mujeres alcanza un 32%. En el caso de las mujeres con discapacidad esta tasa se dispara hasta alcanzar niveles próximos al 70%. Estas tasas son superiores a las de los hombres con o sin discapacidad.
- Las mujeres con discapacidad
presentan una tasa de paro cercanas al 25%. Esta tasa se eleva hasta el 40% en
el caso de mujeres con discapacidad intelectual, también superior a la masculina.
Este triple “handicap” (mujer + discapacidad + intelectual) supone un gran obstáculo para el cumplimiento de los proyectos vitales de estas personas. Tal y como resalta la Estrategia Europea sobre Discapacidad 2010–2020, un empleo de calidad asegura una independencia económica, fomenta los logros personales y ofrece una mejor protección frente a la pobreza. Sin embargo, en el caso de las mujeres con discapacidad, la intersección de ambas categorías –discapacidad y género–, provoca una vulneración de sus derechos, frenando su desarrollo personal y condenándolas a la invisibilidad.
Este triple “handicap” (mujer + discapacidad + intelectual) supone un gran obstáculo para el cumplimiento de los proyectos vitales de estas personas. Tal y como resalta la Estrategia Europea sobre Discapacidad 2010–2020, un empleo de calidad asegura una independencia económica, fomenta los logros personales y ofrece una mejor protección frente a la pobreza. Sin embargo, en el caso de las mujeres con discapacidad, la intersección de ambas categorías –discapacidad y género–, provoca una vulneración de sus derechos, frenando su desarrollo personal y condenándolas a la invisibilidad.
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