domingo, 20 de mayo de 2012

HOGAR DULCE HOGAR...


El caso que tratamos hoy tiene nombre y apellidos A.O., pero podríamos llenar este capítulo cualquiera de nosotros; ya que la persona de la que hablo sufrió una enfermedad común, que por cuestiones médicas le mantuvo 7 meses y medio en la cama de un hospital. Cuando le dijeron que se iba a casa, lo que parecía una alegría se convirtió en un calvario que por suerte pudo superar por la incondicional ayuda de sus hermanas que viven con él.

El edificio en el que viven está adaptado, pero la cosa cambia al hablar de su casa, que como la de la mayoría, no está preparada para una silla de ruedas. Las puertas debe de abrirlas de lado, algo que en algunos lugares resulta imposible por la falta de espacio, girar por los pasillos de su casa es algo que no puede hacer si no es con ayuda de alguien que levante la silla desde atrás por la estrechez del pasillo, la altura del lavabo es excesiva y limpiarse los dientes o afeitarse debe de hacerlo de lado. A la hora de comer la mesa es alta, por lo que o come de forma incómoda o alguien tiene que ayudarle a pasar de una silla a otra. Por supuesto, hubo que quitar las alfombras de la casa y para vestirse echa mano de la ropa que esté a una altura adecuada a él; lo mismo le sucede si tiene hambre y abre la nevera.

Esto era dentro de la casa, pero fuera es peor, con la escara del coxis cada irregularidad en las aceras se hace insoportable. Cuando necesita coger el autobús debe esperar a que llegue uno adaptado (porque no todos lo son) y rezar porque la rampa no esté estropeada, como alguna vez le ha pasado.

Por suerte él es todo un ejemplo de superación, esta situación va a ser pasajera y tiene una familia ejemplar a su lado, pero esto es algo que no todo el mundo puede decir…

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